igualmente profundo. No busca a Dios en la criatura, como lo hace el paganismo; no aísla a Dios de la criatura, como lo hace el islamismo; no postula ninguna comunión mediada entre Dios y la criatura, como lo hace el romanismo; sino que proclama el pensamiento augusto de que, aunque residiendo en alta majestad por encima de la criatura, Dios entra en compañerismo inmediato con la criatura, como Dios el Espíritu Santo. Este es precisamente el corazón y núcleo de la confesión calvinista de la predestinación.
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